Seguro que más de una ya habrá oído a hablar de estos maravillosos esmaltes y de lo bonitos que quedan... yo doy fe de ello porque me he vuelto más que adicta a estos ellos!!!


Yo soy de las personas que me encanta llevar las manos arregladas, y la verdad es que era un follón estar haciéndose la manicura cada tres días para llevar unas manos decentes.


Estaba más que harta de que los esmaltes que iban saliendo al mercado, te dijeran que tenían muchíiiisima duración y un brillo espectacular... y nada más lejos. Te podías gastar desde 4 euros en una laca de uñas hasta 40, y la duración y el brillo prácticamente duraban igual, a no ser que llevaras todo el santo día guantes para no dañar el esmalte de tus uñas.
Bien pues eso se ha terminado. Cuantas veces habré soñado con que saliera un esmalte que te durara hasta que te lo tuvieras que  quitar... Pensaba que era cuestión de tiempo, y en realidad así ha sido.
Ahora puedo llevar mis uñas impecables durante 15 días y con mucho brillo, que es como a mi me gustan.
Y la verdad es que verte las manos tan bien, crea adicción.


Llega la revolución Shellac, y luego por detrás todos sus imitadores, como no.


Este tipo de esmalte, se aplica como un esmalte de los de toda la vida, se seca en lámpara de gel en segundos y brilla y dura como los geles. Increíble pero cierto!! Además al aplicarse como un esmalte, no queda esa capa gruesa como en las uñas de gel o las de porcelana. Y lo más importante es que al retirarlo, tu uña natural no queda dañada.


El misterio de este esmalte, reside en una fórmula híbrida que combina solventes ( que son los que proporcianan la aplicación como un esmalte), monómeros ( aportan duración de las uñas de gel ) y polímeros (permiten que se eliminen fácilmente) y que permite que se puedan aplicar capas tan finitas como las que aplicamos con el esmalte normal, pero con la permanencia del gel.